El manejo del dolor en México ha cambiado radicalmente en los últimos 10 años. Este cambio es una muestra de lo que la adecuada enseñanza y la dedicación de aquellos que fueron nuestros maestros lograron en los interesados en esta área de la medicina. Una muestra de este cambio está claramente representada en cada uno de los capítulos de este libro. El Dr. Miguel Ángel Genis logra coordinar un libro con un grupo de profesionales en el manejo del dolor que nos conduce de la mano por el camino del dolor y su tratamiento. A lo largo del mismo podemos comprender que el dolor ciertamente es el resultado de un proceso bioquímico y que, sin embargo, esto, conjuntamente con la anatomía y la fisiología, no logra explicar la historia completa. Identificamos en el libro que el dolor es una experiencia y es el arquetipo de la subjetividad. La información vertida en este novedoso libro también señala que la experiencia dolorosa, además de su naturaleza biológica y de sus condiciones fisiopatológicas, es modelada por diferentes aspectos socioculturales. De hecho, queda claro que el dolor es un misterio si se asume que el organismo manda mensajes sensoriales a un cerebro que los recibe pasivamente, y se hace mucho más comprensible una vez que reconocemos que el cerebro genera la experiencia corporal, y que los influjos sensoriales sólo la modulan y no la producen. La clínica es fundamental en el manejo del dolor y está claramente señalada en los diversos capítulos del libro que coordina el Doctor Genis. Asimismo, en los capítulos se identifica que el dolor lo vive el paciente en un estado de introspección, tratando de encontrarle un significado. Se habla de la individualidad del dolor y su manejo, ya que cada paciente lo experimenta de manera diferente, siempre impregnado con el significado personal y el social generado por la cultura que lo rodea. También permite identificar que el dolor está entre las experiencias humanas básicas. Este análisis de la lectura de los capítulos permite considerar que, si bien es cierto que en la actualidad conocemos en muchos casos la causa de la enfermedad y existen las posibilidades reales de perseguir esa causa hasta sus elementos moleculares, y que contamos con recursos terapéuticos eficaces para curar o contrarrestar los procesos mórbidos, también es cierto que estos recursos los tenemos para el tratamiento de la enfermedad y, por ende, del enfermo. Pero tratar a un paciente es algo mucho más complejo que el solo tratamiento de la enfermedad. Si definimos al padecimiento como la manera en la que un paciente en particular vive su enfermedad, resulta evidente que los pacientes y sus padecimientos son mucho más complejos que las enfermedades. De la lectura de los capítulos del libro se infiere que la humanidad está comprendiendo cada día más que el dolor es un evento que demanda interpretación. El paciente frecuentemente busca una explicación satisfactoria de lo que le sucede. El dolor es siempre personal y cultural, abierto al influjo variable del significado. El dolor no es sólo un estímulo transmitido por vías específicas, es una percepción muy compleja cuya naturaleza depende no sólo de la intensidad y el tipo de estímulo, sino de la situación en que se realice y, de mayor importancia, del estado afectivo o emocional del individuo. El paciente se acerca a los médicos con un dolor o enfermedad que le ocasiona numerosos trastornos no sólo biológicos, sino también de índole emocional, social, cultural, económica, y que le lleva a buscar la curación, el control o el alivio de su enfermedad, pero también busca a alguien que le dé elementos de confianza, de seguridad, de explicación, de comprensión de su estado. Estos elementos repercuten de manera directa sobre el dolor mismo y tienen que ser atendidos por el médico. Son las bases del humanismo médico y de la relación médico–paciente, aspectos señalados en los diferentes capítulos del libro. Es cierto que este libro es una aproximación novedosa a la medicina del dolor y su manejo, que considera que el dolor, al igual que muchas experiencias humanas, se construye por un proceso misterioso que conjuga las sensaciones con las emociones, con las percepciones, el lenguaje, el tiempo y el lugar, y que el manejo racional del dolor debe estar dirigido a evitar lo que Linda Martinson escribió en su libro Poetry of pain, en una poesía que se titula Crímenes de guerra: El dolor que violentamente sube a través de mi carne tatúa mi alma. Rezo, suplico, por una solución final. Estoy seguro de que el Dr.Genis y los que participaron como autores de los diferentes capítulos escribieron cada uno de ellos con el firme propósito de que el humanismo médico fuera parte de la medicina del dolor y, por ende, de apoyar al médico a realizar un manejo racional de dolor.