Como lo dice el título de un libro de Gruwez (Bélgica, 1953) de 1981: la literatura no es más que Una casa para personas sin techo. La primera estrofa de Años más tarde lo aclara: es ilusorio creer que la lengua nos dé amparo, es una insensatez pensar que por medio del poema uno pueda evadirse de la realidad. El ser humano no soporta la intensidad del mundo onírico: condenado a vivir en la realidad, expulsado de su paraíso ficticio, no tiene más remedio que aceptar el malestar en la tierra. Es lo que se encuentra en la poesía de Gruwez. Con su poesía, Gruwez revienta la grandilocuencia romántica del arte que cree poder resistir el paso de los siglos, y pone de relieve nuestra condición mortal. El poema no se concibe para la alabanza del que se vuelve inmortal, sino se destina al que lleva una vida de menos renombre, al que con menos fortuna deja la vida. Como en el Renacimiento, en su poesía Gruwez busca poner por delante al ser humano, y no quiere cantar a un ángel idealizado. El poeta debe dar cuenta del hombre como es, en su corporalidad, en su pequeñez, en su fealdad. En vez de cantar a una bella ninfa, la poesía debe dar voz a las putas y a los canallas. El poeta se vuelve bufóndetodos, un papanatas al que todos le toman el pelo, lo que para Gruwez es una metáfora del escritor que se muere por los seres humanos. Carl De Strycker