Deimos

Sumergirse en las entrañas de una urbe, como Guadalajara, suena algo recurrente en los escritores de esta ciudad, no es extraño que se use las urbes de los escritores para generar historias. ¿Qué hay de extraordinario en estos relatos? Nuestro narrador nos lleva a conocer los secretos que la oscuridad cubre para la gente normal. Todos esos escenarios que vemos de manera común y como parte del entorno urbano toman un matiz macabro cuando el espectador de un vistazo más completo para ver a los huérfanos, a los indigentes o a quienes son apresados. El Poeta de la noche nos lleva a un temor más primitivo en el ser humano: conservar nuestra cordura sobre cualquier precio, al mostrarnos la demencia como una especie de enfermedad contagiosa, tanto como la peste negra. Los temores aparecen en los personajes y se apoderan del razonamiento con la misma voracidad de un perro hambriento. La Guadalajara que suelta su violencia en las tormentas llega para arrastrar o encubrir, como si fueran un grupo seleccionado por esta entidad los personajes comparten sus vidas en líneas extrañas que los conducen a chocar unos contra otros, con la misma violencia de un accidente automovilístico. El autor nos lleva a esos lugares donde los inocentes destripan, los amigos devoran a los amigos, las parejas asesinan a sus cónyuges y los protectores se vuelven en corruptores. De esta forma atrevida y arrojada es como las letras forman palabras bajo el mando del Poeta de la noche que promete en esta nueva entrega de Deimos arrastrarnos de nuevo a un mundo donde el hombre es lobo del hombre. De una manera brutal, logra llevarnos a un mundo de locura donde pareciera que todos están entrelazados para la diversión de su perverso y demente Dios creador que tararea al ritmo del sonido de las teclas. Que tengan una bonita lectura. J.A. Lozano